viernes, 25 de mayo de 2012

BARRIO AMADO.




Pasos lentos, arrastrados por el camino.
Suspiros de alivio prolongados,
escaparon  cansados del alma solitaria,
que buscaba con sus ojos nublados
la imagen fiel de su barrio amado.

Rayos suaves del sol de la mañana,
entibiaban su piel manchada, arrugada,
dándole bríos a su cuerpo cansado,
mancillado por pecados de vida pasada,
en este mismo lugar, su barrio amado.

Aborrecido, odiado por sus amigos,
por creer que la envidia no existía.
Se colocó la aureola divina por si mismo;
su jactancia la paseaba todo el día,
dejando de lado todo, menos el egoísmo

Su amor platónico, que un día existió,
lo aplastó su orgulloso proceder;
nunca se rebajó a su diosa amada,
al sentir que la humildad en el querer
era antigua… él nunca se humillaba.

Ahora ya viejo, abandonado,
sentado en un rincón de la vieja plaza,
esperaba ansioso ver el rostro amado,
de aquella que un día fue su amiga,
observarla silencioso, hasta que se haya alejado.


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