viernes, 25 de mayo de 2012

UN HORIZONTE SOÑADO.



Los que me han oído hablar, murmurar
en el silencio absoluto de mis noches.
Los que susurran y comentan mis desvaríos
en los momentos profundos de mis sueños,
no los atormenten mis inquietudes caprichosas;
mis sueños son hermosos y muy lejanos,
llenos de fantasías e inquietudes amorosas.

Viajo por caminos conocidos, fragantes, eternos;
sembrados  con dulces mensajes espirituales
que me indican el pronto fin de mis penurias.
No miro hacia atrás en ningún momento;
libre, pleno de amor y entusiasmo avanzo
para que el dichoso horizonte se presente,
extendiéndome su diáfana luz en mi descanso.

Los que me observan y se inquietan por mi proceder.
Los que dudan de mi real descanso nocturno,
puedo señalarles que la felicidad me espera;
la dicha está presente ahí, cerquita mío.
Que los sueños inquietos, balbuceos profundos,
suspiros prolongados en eternas noches
me abrazan para llevarme al dichoso camino.

Las mañanas me acogen preguntándome:
¿Cómo será mi partida de este lugar familiar?
Tranquila, la paz deseada me envolverá
porque todos comprenderán mi lejanía,
todos vamos al mismo lugar; alguien nos espera.
Ese alguien mío está donde siempre lo he pensado,
lejos, también cerca, detrás del horizonte soñado.

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